Bienal de arquitectura: los mercaderes del templo

nicho gótico en la iglesia de san Borja

El principal pabellón de la XXIII bienal de arquitectura y urbanismo fue, sin duda, bastante exitoso en su afán de mostrar el estado de la academia arquitectónica chilena mainstream, demostrando con certeza su estado de decadencia casi absoluta.

Tristísimo espectáculo de un templo desacralizado con una violencia brutal, reemplazando en sus muros la iconografía tradicional por una con el fuerte hálito de Satanás, el primer revolucionario. El vacío de su nave, pensado para ser llenado con las plegarias de un pueblo, se encontraba obstaculizado con unos volúmenes cúbicos abstractos de acero galvanizado, construidos de la forma típicamente precaria de la arquitectura taquillera tan de moda. Dentro de estos cubos había maquetas, láminas y libros mostrando el producto de distintos mercaderes —el primero de los cuales vendía luces de emergencia en el acceso al templo—. Todos vanagloriándose de innovadores proyectos vistos mil veces y de brillantes ideas revolucionarias como «urbanismo feminista».

Un pasillo central del mismo material atravesaba transversalmente la cruz de la planta, como la lanza de Longinos. Este lugar refregaba en nuestras caras aún más láminas de proyectos. Eran tantos que abrumaba, quedando finalmente perdidos en una colectiva homogeneidad que el asco impedía seguir mirando bien, pero ahí estaba lo único bueno: la salida.

El pabellón era un templo a la vanagloria de arquitectos varios, actuando coordinadamente en un mismo espectáculo demoniaco. No estamos acusando a todos los participantes de un mal actuar consciente pero, como dice el refrán, el infierno está lleno de buenas intenciones.

Arquitectura pritzkerista

pritzkerismo

El más notorio padeciente de la arquitectosis es la arquitectura pritzkerista. Esta, como todo movimiento arquitectónico, es difícil de definir en sus bordes, pero tiene un general muy marcado.

Los arquitectos que suscriben a ella parecen ser la mayoría de los arquitectos contemporáneos: son aquellos que se deleitan especialmente al aparecer en revistas y tienen como obsesión no reconocida el ser publicada en ArchDaily. Son esos que tienen por referentes a Toyo Ito, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Peter Zumthor, incluso —acaso con cierta envidia— a Bjarke Ingels y sueñan con un cliente que les compre el concepto. Son los que hacen una mueca cariñosa y bonachona, como con el recuerdo nostálgico de un abuelo, por Frank Lloyd Wright, Walter Gropius, Mies van der Rohe, y critican hipócritamente a Le Corbusier, porque está como de moda hacerlo. Son los que ostentan como valores principales la innovación, tecnología, materiales ecológicos, aunque sean combinados de la manera menos ecológica posible. Son los mismos que enseñan en la mayoría de las escuelas de arquitectura y los que ganan los concursos que ellos mismos ayudan a organizar. Hacen una arquitectura que nunca jamás va a ser parte del mundo inmobiliario (esa es otra área del «atelier») y es, por tanto, tan fácil de encontrar en revistas como difícil encontrarla realmente en la ciudad.

Muchos la critican hoy, pero uno de los puntos de este sitio es ofrecer también un remedio. Este remedio se encontraría en un principio fundamental del que ha participado la arquitectura desde que existe. Hace unos cien años atrás el Movimiento Moderno comenzó a renegar de este principio y la arquitectura mainstream fue paulatinamente perdiéndolo hasta que logró hacerlo por completo, concretamente, el año 1975 con la House X de Peter Eisenman. Desde entonces no ha podido recuperarse. Este principio es el Logos y la consciencia de la arquitectura como expresión del lógos tēs oikodomēs, el logos de la construcción.

El constructo humano más complejo

Imagen de Lugo

La ciudad es la construicción humana más compleja. Es donde existe la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades de la forma más eficiente.

Desde luego, por nuestra naturaleza caída, el conjunto de voluntades y experiencias que construyen esto tenderá al caos, pero una visión común puede llegar a hacer un todo integral y armónico. Esa inmensa complejidad puede tener una verdadera y hermosa correspondencia entre cada una de sus partes y el todo, con una verdadera visión no individualista, ni colectivista, sino individualmente colectiva.

Una miríada de ejemplos lo demuestran. Casi todos ellos de antes del siglo XIX. Pueblos tradicionales, con escala humana y una perfecta pero personalizada proporción y relación entre arquitectura vernácula y clásica. Pueblos de una época en la que éramos supuestamente más pobres. Supuestamente con menos tecnología ¿Cuál es, entonces, nuestra excusa...?

In memoriam Leon Krier

Leon Krier

Hemos irreparablemente perdido de entre nosotros a uno de los más grandes exponenetes del verdadero urbanismo contemporáneo. Leon Krier fue el principal arquitecto que guió esta verdadera conversión a una arquitectura contrarevolucionaria: a la arquitectura de siempre. Nos lega su obra, inmensa en calidad e importancia, aunque no todos la reconozcan. Podemos consolarnos, sin embargo, en que su lucha (no sólo búsqueda) por la verdad y la belleza en esta disciplina infravalorada no puede sino haber sido agradable al Juez Eterno y que lo recibirá para que desde allá interceda por los que seguimos luchando su batalla.

Dos caras de la misma moneda

Imagen de dos rabinos

En el déficit habitacional hay una curiosa colaboración entre capitalismo y comunismo. Esta colaboración lleva dos siglos tambaleando a la comunidad humana, pero como han desprestigiado la tradición, no tenemos cómo enterarnos y creemos que es un problema reciente. Pero ya en estos tiempos que vivimos está clarísimo.

Por una parte, el capitalismo restringe cada vez más la posibilidad de que seamos propietarios. Cada vez son menos propietarios con cada vez más propiedad. Y dicen que nos conviene: mientras menos propietarios, más eficiente será el manejo de los recursos y todo será más barato. Para ellos. Por otro lado, el comunismo quiere que nos convenzamos de lo mismo: no tener propiedad privada.

Dos ideologías aparentemente opuestas pero íntimamente unidas. Dos rabinos de una misma sinagoga. Gemelos engendros, creados en un laboratorio, que dicen odiarse y ser irreconciliables enemigos. Pero secretamente se aman. Se aman asquerosamente en una perversa y abominable relación incestuosa.

La Nueva Torre de Babel

Imagen de Santiago

El persistente orgullo del hombre hace rima de la antigua historia, demostrando la perennidad del conocimiento tradicional. Han decidido construir inmensas torres, cada una casi como una nueva torre de Babel, como inmensos templos erguidos para mostrar el tamaño de la inseguridad de cada mega empresario que busca hacer la ciudad a su imagen y semejanza.

El conjunto de estas torres, monopolios contrarios al libre mercado encarnados en hormigón, metal y vidrio, hecho como un logo propio, absolutamente sin consideración por lo que pasa alrededor. Clamando por la atención de todos, como un narcisista que creció sin haber recibido suficiente elogio de sus padres en la infancia, dicen "mírenme, soy muy especial y moderno", cada uno a su manera.

Así han creado en conjunto una verdadera Nueva Torre de Babel: La ciudad contemporánea. De cara a la urbanidad, nos castigan con dispares alturas, ventanas, colores, composiciones y espacios que, dicen, son públicos. Cada uno habla su propio idioma y, en conjunto, crean una ciudad incromprensible, donde es imposible entenderse y vivir en verdadera comunidad. La Civitatis Terrena hecha para la inconveniencia de muchos y la conveniencia de pocos.